Hace un año, el norte de mi país fue asolado por tres terremotos. Hoy, nuevamente es azotado por los embates de la naturaleza con un temporal de lluvia, que provocó aluviones, desborde de ríos y quebradas, dejando pueblos enteros bajo el barro y los escombros.
Actualmente, hay cientos de personas cuyo paradero aún es desconocido y sus familiares hablan con los diferentes medios de prensa solicitando información o dándola, con la esperanza de saber si los suyos están bien.
La desolación en los pueblos es evidente y la incertidumbre de las personas, también. Sin embargo, ante esta adversidad, los chilenos agradecen por estar vivos y tienen su corazón y manos dispuestos para ayudarse o ayudar a otros y volver a comenzar. Muchos de ellos, a pesar de su propia tragedia.
Cuando veo las imágenes, me siento conmovida y afectada por lo que están pasando mis compatriotas. Sin embargo, sé por experiencia, que hasta en los peores momentos, siempre hay una luz de esperanza, una mano amiga o un milagro, inclusive. Y, espero ver muchos milagros en los días venideros para todos ellos.
Queridos amigos del Norte, desde la distancia les envío un abrazo grande y afectuoso.
Carlota