Como les conté en “Quién
Soy”, no tengo hijos. Sin embargo, soy una tía muy presente y he visto crecer a
mis sobrinos.
Esa experiencia, me dio la
fortaleza necesaria para enfrentar esta enfermedad catastrófica en el pasado.
Y, en esos momentos, sólo
pensaba dos cosas: primero, que los vería crecer. Segundo, que no les
causaría el dolor de perderme. Y, me aferraba a esos pensamientos con todo mi
corazón.
Los niños con su amor y
alegría permanentes, son una fuerza poderosa. Abrazarlos, tomar su mano o jugar
y reír con ellos, nos mantiene en el presente, alejando aunque sea
fugazmente el miedo, la tristeza o la incertidumbre. Y, con esa intuición que los
caracteriza, siempre saben cuando estamos tristes, molestas o asustadas,
regalándonos un gesto de amor.
Toma esa fuerza necesaria
para superar momentos difíciles de tus hijos, sobrinos o nietos. Porque cada
vez que seas parte de su mundo, todo parecerá más esperanzador.
Carlota
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